Por Sebastián Manassero
Un joven con mirada cansada le devuelve una sonrisa a
Omar, desde el espejo. Un día particularmente agitado en la ciudad de Panamá está llegando a su fin. Tradicionalmente, cada 4 de
noviembre se realizan desfiles en todo el país, en conmemoración de un nuevo
aniversario de vida republicana. Desde una ventana a la izquierda de la
habitación del joven, todavía se escuchan algunas voces y risas. Ya acostado,
Omar repasa mentalmente los sucesos del día. Piensa en la multitud de banderas,
en la prolijidad de los desfiles, en las bandas que musicalizaron las calles y
en el color de las prendas de los integrantes de dichas agrupaciones. Recuerda
los rostros de los representantes de la iglesia que participaron de los actos y
de los jefes del gobierno. “Dejo un mensaje muy simple: de paz, de
reconciliación, de charla entre las partes. Creo que eso es lo más importante.
Los panameños debemos actuar con civismo y con dignidad. Tenemos que querer a
nuestro país, a nuestra bandera y todo lo que ésta representa”, fueron las
palabras del presidente Ricardo Martinelli, si la memoria del joven no lo
engaña.
Cargado aún de sensaciones, Omar sabe que va a tener algo
de dificultad para dormirse. Sin embargo, acomoda su cabeza en la almohada y
cierra los ojos por primera vez en esa noche.
***
Daniel abre los
ojos una vez más y maldice, más para sí mismo que para interrumpir el silencio
de su habitación en penumbras. Deja divagar a su mente un par de minutos, de
esos que el insomnio vuelve eternos, y se decide por levantarse. Es lunes y
tiene que dormirse de una vez por todas para no ir a trabajar al diario somnoliento.
Se acerca a la televisión y la enciende, con la esperanza de recuperar el
sopor.
El periodista hace
zapping un rato, pero interrumpe para encenderse un cigarrillo. Desde los
parlantes del aparato, diversas personas hablan sobre el rol de los medios de
comunicación. El periodista sube el volumen y escucha atento, mientras el humo
va impregnando la habitación.
“El rol de los medios de comunicación en la
sociedad es la construcción de la realidad. Nosotros no tenemos contacto con ésta.
Tenemos un contacto limitado con lo que nos rodea (el barrio, el trabajo,
etcétera), pero el resto de la realidad del universo se nos configura a través
de la comunicación. Si se nos priva de ésta, directamente no conocemos el
mundo”, explica el Dr. Eugenio Raúl Zaffaron, Ministro de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación.
Daniel completa
mentalmente: “Aun así, hay muchos aspectos de la realidad de los que no sabemos
nada, porque los medios no los toman en su agenda”. Y continúa pensando en
esto, mientras, soplando lentamente, pinta con humo la atmósfera de su
habitación, levemente impregnada por los ruidos de la noche santafesina.
***
El recuerdo del humo negro de las llantas quemándose y del
humo blanco que sale de los cañones de las armas de la policía pasa por la
mente de Omar, que vio los hechos que sacudieron a todo Panamá en televisión. A
partir de una ley que permitía la venta de tierras en la zona libre de Colón,
se generaron numerosas protestas y disturbios fuertemente reprimidos por la
policía. Hubo numerosos heridos e incluso fueron asesinados un niño de 9 años, un hombre y una mujer, los tres víctimas de balas perdidas.
Omar cambia de posición por décima vez en la última hora.
Se tapa los oídos con la almohada mientras revive los momentos de tensión,
cuando todavía no sabía si su hermano, que desde hace un año trabaja en Colón,
estaba bien. “Afortunadamente —piensa—, ahora las protestas continúan de forma pacífica y la polémica
ley está a punto de ser derogada”, o al menos eso fue lo que leyó en un
diario.
***
Daniel vuelve a
la habitación con una pila de diarios —de los que aún no se deshizo— y la
suelta bruscamente en el piso. Se sienta junto a ellos y comienza a separarlos.
Se trata de los ejemplares de Clarín, Página 12 y El Litoral de esa semana. Una
vez organizado todo, el periodista se enciende otro cigarrillo y mientras se
rasca su cabeza canosa, piensa unos instantes: “A ver, un país que difícilmente
esté en la agenda de estos diarios: Venezuela, no; Uruguay y Brasil deben aparecer;
Colombia, capaz que también; ¿qué tal Panamá?”. A continuación recorre
rápidamente las páginas de cada periódico, leyendo volantas y títulos, en
búsqueda de una presencia de ese país. Tal como esperaba, no encuentra nada,
ninguna noticia. Se enciende un último cigarrillo.
“¿Qué estará
pasando en Panamá?”, se pregunta, convencido de que no tiene idea alguna de la
realidad de ese país y horrorizado de que lo único que le viene a la cabeza son
playas y balnearios en los que nunca estuvo. “¡No puede ser!” Se acerca al
televisor y comienza una recorrida por los canales de noticias pero se detiene
abruptamente al ver la hora en uno de ellos. “¡Viejo desquiciado! Te quedan 4
horas para dormir, nada más”, piensa. Entonces termina de fumar, apaga todo y
se vuelve a la cama. Pero su cabeza sigue trabajando a mil revoluciones.
Los minutos
parecen horas y entre divagaciones, Daniel recuerda una charla con una colega
del ámbito de la comunicación. Fue la Licenciada en Comunicación Social Karina Arach quien le dijo, hace algún tiempo, que “cada vez que se piensa en medios
de comunicación se considera sólo a los medios masivos. Éstos responden a los
intereses de las clases dominantes, porque sale mucha plata tener un medio de
comunicación”. Y también: “Hay que pensar a los medios de comunicación
atravesados por ideología”.
“Los intereses
de los medios lógicamente determinan sus agendas, las noticias que publican”,
reflexiona Daniel. “Pero ¿qué pasa con lo que no se muestra, lo que no tiene
interés para los medios?”. Inmediatamente vuelve a recordar las palabras de la
Licenciada: “En las cosas que no se muestran es donde juegan un rol importante
los medios comunitarios, porque éstos apuestan al revés: no exhiben lo que
vende, sino que tratan de construir con lo que le sirve a las personas, con lo
que éstas necesitan. Y eso es mucho más genuino, porque refuerza identidades
colectivas”. “Podría gestar un nuevo medio bajo esta última consigna, ahí los
problemas de los países latinoamericanos tendrían un lugar. Sí, podría empezar
mañana…”, divaga el periodista.
Ya con el sol a
punto de salir, Daniel se sumerge en un mundo se sueños pronto a ser
interrumpido por la alarma del despertador.
Mucho más al norte del continente, Omar duerme
plácidamente, ignorando lo invisible de su realidad cotidiana para los ojos del
grueso de los argentinos.
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